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Foto del escritorCarles Sorita

La hiperactividad del Mexicano


En Holanda no sólo comen queso y croquetas, en España no a todos les gustan los toros ni bailan flamenco y en México no todo se pospone al ‘ahorita’ o ‘mañana’.

Ciertamente, no hay nada más ejemplarizante que vivir en un determinado país para darse cuenta de que los llamados tópicos no existen o nunca existieron como tales, o quizá ya pasaron de moda.

Cuando llegue a vivir a este precioso País no tarde ni una semana en reconocer que algo no era como lo imaginé. Erróneamente había calificado al mexicano y mexicana como personas tranquilas, sosegadas, con poco o casi nada de estrés, que no se alteran fácilmente, lo que no acaban hoy lo harán mañana; porque como país altamente espiritual saben que Dios te da más oportunidades de materializar los pendientes y no todo se acaba en un día.

Con todo cariño y respeto, y desde la perspectiva del inmigrante sobre liderazgo empresarial, la realidad es bien distinta.

Me he encontrado bastantes mexicanos y mexicanas con dificultades para realizar todo aquello a que se comprometen, con síntomas claros de enfermedades modernas como son el estrés, la ansiedad, la obsesión, los trastornos alimenticios, las hostilidades en las relaciones humanas.

Sin duda alguna la trampa de la hiperactividad está detrás de todo ello y se manifiesta especialmente en el trabajo, aunque también en casa y en las actividades sociales. Junto a la cultural indisposición de no saber decir ‘no’ a una nueva solicitud, la sobrecarga de actividades es una conducta que hace muy difícil manejar la necesaria energía personal y, con ella, el tiempo.

No pasa absolutamente nada si decidimos hacer (y concluir) menos tareas, en lugar de 10 quizá 5 o 6 o 7. Y, por qué no, atrasar o cancelar de vez en cuando alguna actividad.

Tener estrés y estar presionado no es vivir. Y viviendo así, nos desalineamos de la misión y visión de cada uno de nosotros aspiramos a materializar. Hay que bajar el trajín diario y reservar un espacio de tiempo a la reflexión. Poco a poco la reflexión nos llevará a saber priorizar y acometer lo que verdaderamente es importante para nosotros y el País. Y lo más importante, a aumentar, poco a poco, el número de tareas que podremos realizar diariamente.


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