Comentar a alguien que debería corregir su comportamiento, no es, en lo general, bien recibido. Normalmente tu comentario suele herir al receptor, aunque previamente hayas calculado minuciosamente cómo, dónde y cuándo decirlo. Finalmente, se lo dices, y mira hacia otro lado o te pone cara de póker.
Cuando detectamos que una persona debería ajustar su actitud hemos de actuar inmediatamente, antes de que sea demasiado tarde. Es un acto de amor hacia ella, y como tal, debe ser espontáneo, sincero y respetuoso.
Desafortunadamente, es inhabitual que reconozcamos la necesidad (y el deber) de seguir trabajando para ser mejores personas. Es verdad que oímos bastantes voces lamentándose de cómo somos, pero la gran mayoría son sólo eso, voces. El reconocimiento es el primer paso, aunque estéril si no va acompañado de una voluntad e intención clara, rotunda y constante.
No nos gusta oír según qué. Que te hablen de tu actitud mejorable cuando crees que todo lo haces de ‘buen rollo’ y luego te digan qué aspectos de tu conducta podrían llegar a lastimar o no son el mejor ejemplo para el grupo.
La verdad es que hemos de aprender a oír cosas que nos disgustan. Vale la pena, créanme. Particularmente prefiero adelantarme y pido opinión sobre cómo me comporto. Sé que es más habitual dar y recibir retroalimentación de forma planeada, sin embargo, también deberíamos pedirla espontáneamente. Se trata de dar, recibir y pedir ‘feed-back’; haciéndolo preventiva y correctivamente.
El aprendizaje y experiencia en distintas culturas y países me ha demostrado que las organizaciones que han sido valientes y han ejecutado capacitaciones sobre el comportamientos de sus líderes, tienen colaboradores más felices y dan mejores resultados.
Me refiero a programas que tratan con profundidad la transformación real de un individuo y sus relaciones con los demás. Hay talleres con dinámicas grupales que, por lo general, son olvidadas la semana siguiente de haberlas disfrutado.
Hablar de cosas que nos molestan es esencial para el desarrollo humano dentro de un colectivo. Es el camino para sofocar conflictos e identificar de futuros, encarrilando nuestras relaciones personales y profesionales
“Aprende a oír cosas que te disgustan, el primer beneficiado va a ser tú”.
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