Líderes con espíritu

No hay duda de que es más difícil ser un buen líder que un buen director, gerente, jefe, supervisor o cualquier otro título jerárquico de cualquier organización.

Ciertamente el nivel va subiendo día a día, y cada vez encontramos más líderes en las organizaciones. Sin embargo, un número elevado de líderes no garantiza resultados; hemos de identificar entre ellos talento, habilidad y actitud, para llegar a percibir algo que verdaderamente resalte y dé continuidad al éxito.

A lo largo de años he estado analizando buenos líderes en el ambiente empresarial, aquellos que son queridos por los demás colaboradores. Me di cuenta de que entrañan algo muy humano en sus acciones diarias: la espiritualidad. Son personas creativas, innovadoras, libres, eficientes, cooperan con los demás, les gusta trabajar en equipo y, sobre todo, usan la espiritualidad como el vehículo que los acerca y une con los demás.

Y cuando alguien busca acercarse a los demás, la confianza, la empatía y el diálogo fluyen mucho mejor que cuando nos separamos. La espiritualidad es otro ‘pegamento’ que une seres humanos, aunque tengamos creencias distintas. Como lo son, la comida, la música y, por supuesto, la naturaleza, por poner algunos ejemplos. No importa que sigamos religiones distintas, seamos de equipos de fútbol rivales o votemos a partidos con diferentes sensibilidades sociales, según dicen sus panfletos.

Los líderes con espíritu triunfan allí donde van, no ganan ni vencen a nadie, tan solo impulsan la paz, comparten su propósito en la vida, cuidan la relación con los otros y comprenden las distintas creencias acerca del sentido de la vida.

Porque la espiritualidad no es creer en algo concreto, al contrario, es no dejar de creer y aceptar lo que no es concreto.