Cuando la mente y el corazón persisten en defender sus opiniones opuestas, un líder siempre debe apelar a su alma. Todo el mundo tiene una, y es gratis.
Son esos instantes en los que la inteligencia y las emociones luchan incansablemente dentro de nuestro ser. Momentos en los que necesitamos una vitamina adicional, un combustible especial, energía juvenil o una ilusión infantil para afrontar los acontecimientos cotidianos que aparecen en nuestra vida profesional.
Lástima que los líderes no usen mucho más sus almas. Tal vez porque no saben dónde está, cómo dirigirse, o simplemente nadie les ha dicho que el alma también es un valor de utilidad en nuestros lugares de trabajo.
El alma es imparcial, tolerante e inclusiva; el conocimiento y los sentimientos no siempre lo son. Está más cerca de la moralidad y la conciencia que la inteligencia y las emociones. Además, las almas y los lugares de trabajo son perfectamente compatibles.
El único requisito es que se necesita algo más de tiempo para hablar con el alma que con el cerebro o el corazón, y ya sabemos que el tiempo es un bien extremadamente escaso en nuestro trabajo.
Sin embargo, créanme, hay muchas más almas gemelas que gerentes de ideas afines.
Cuando veo a los gerentes dialogar con sus almas en mente, estoy seguro de que llegarán a un acuerdo. Para aquellos que todavía no lo hacen, estamos aquí para ayudarlos.
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