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Foto del escritorCarles Sorita

Verbos peligrosos vs Verbos saludables


Como si se tratase de un cuchillo en manos de un niño, hay ciertas situaciones que nos exponen a un peligro inminente de que suceda algún mal, en especial si no conocemos sus posibles consecuencias.


Después de algún tiempo de reflexión, hoy les vengo a platicar de acciones o verbos ‘peligrosos’, a veces, promocionados al ‘3x2’ o con descuento de quincena, sin más objetivo que el interés personal de quien estimula constantemente su divulgación y ejecución. ‘Todo es para ser más eficaces’, dicen sus defensores, que traducido al mundo empresarial significa ‘producir y ganar más’.


Uno de estos términos, y de los que más suena en los últimos años, es ‘empoderar’. Se define como otorgar, adquirir o conseguir poder. Hacer fuerte o poderoso a quien hoy no lo es. Y aunque hay excepciones, suele ir acompañado de tensiones y quejas. Me pregunto, ¿cómo vas a conceder el poder a alguien, si normalmente, ya está en otras manos? Tendrás que arrebatárselo, - me imagino -, pues no creo que quien ahora lo tenga, lo done o comparta fácilmente contigo.


Decisiones como, ‘te voy a dar más poder o autonomía para que puedas terminar los objetivos sin trabas’, no siempre son las más afortunadas en una organización. Primero, hay que profundizar por qué falló el cumplimiento: quizá no delegaste correctamente, no era una meta ‘SMART’, o simplemente, no había suficientes recursos.


Otra conjugación altamente hostil y que siempre está de moda, es ‘competir’. Parece que si no competimos no nos realizamos como personas emprendedoras e innovadoras. Hemos creado un mundo donde competir es algo necesario, y no opcional, para progresar. Se nos inculca, ya desde las escuelas, que para sobrevivir en esta sociedad hay que competir, como una lucha de unos contra otros.


En las empresas, miembros de un equipo de primer nivel, compiten, hoy en día, mejor que colaboran. Se defienden, se agrupan en mini equipos y escabullen hábilmente, culpabilizando a los demás, sus compromisos. Esto es, mera competición, luchar entre sí, buscar la comparación en lugar de la aproximación.


Ambos vocablos, empoderar y competir, pueden avivar el fuego, ya de por sí enfurecido, de los conflictos personales en las organizaciones; bien sean derivados de comportamientos o de situaciones. Además de tener desacuerdos naturales entre personas, provocados por distintas actitudes, creencias, valores o necesidades, lo que no puede fomentar una organización es a empoderar y a competir sin conocer los resultados negativos de hacerlo insensatamente.


Particularmente abogo por usar verbos más saludables y menos egoístas, que busquen compromiso y soluciones colaborativas, que aumenten la confianza interpersonal y la probabilidad de lograr metas en beneficio de todos. Reconozco que son acciones que requieren esfuerzo extra y necesitan más tiempo y dedicación, aunque son mucho más eficientes, a medio y largo plazo. Verbos como ‘conciliar’ y ‘cooperar’ aportan solidez a un equipo directivo y consistencia a una organización inteligente y reflexiva que no sólo quiere producir y ganar más, sino también seguir existiendo.


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